El mutismo electivo se define como una ausencia total y persistente del lenguaje hablado en determinadas circunstancias o ante determinadas personas.
Los niños con este problema tienen, generalmente, un buen desarrollo del lenguaje y son capaces de utilizarlo en determinados contextos y con personas concretas. El diagnóstico es, al principio, difícil o puede confundirse con fobia escolar, timidez, depresión e incluso con rasgos psicóticos. Aun así, existen indicadores suficientes para diagnosticarlo adecuadamente. Para determinar este problema sólo debemos fijarnos en que el niño tiene:
• Exclusión de otros tipos de trastornos psicológicos, sensoriales, físicos o retrasos en el lenguaje.
• Utiliza el lenguaje con normalidad en determinadas circunstancias y no habla nunca en otras.
• El lenguaje básico debe estar adquirido, por tanto se trata de un problema cuya edad de inicio no suele ser inferior a los cuatro años.
La escuela suele jugar un papel importante en la aparición y mantenimiento de este trastorno y puede intervenir favoreciendo o dificultando su evolución. Por lo tanto, los maestros, con la ayuda de los padres y compañeros, deben permitir la utilización de métodos para disminuir la ansiedad, aumentar la autoestima, la confianza y la comunicación en entornos sociales.
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